El vacío de Lost

Los jueves es el día en el que amanezco más temprano. A las 7: 15 de la mañana tengo que despertar de mis felices sueños para cruzar punta a punta mi ciudad y aterrizar en clase. Después de un par de horas de explicaciones y esquemas, llega el momento del café y el pincho; algo de curro en la biblioteca y otras 5 horas de clase, partidas con la comida y algunos minutos de descanso. La vuelta a casa se sitúa a las 9 de la noche.

Podría ser el peor día de la semana, muchas horas de esfuerzo mental... pero no. El día recupera todo su tirón porque los jueves por la noche me siento delante de mi PC y disfruto con la mejor serie de TV, Lost.

Antes de seguir leyendo, si no has visto la segunda temporada, las siguientes líneas te la pueden joder.

La segunda temporada de Lost está siendo bastante sorprendente. Nuevos personajes, nuevos misterios, nuevas incógnitas y nuevas comeduras de tarro. Pero no es oro todo lo que brilla. Hace algunas semanas subí un post comentando que los creadores anunciaron el capítulo 6 como uno de los mejores de la serie. Sinceramente, se colaron. Buen capítulo, sin más. Para los seguidores que se habían creado enormes expectativas (como yo) supuso algún chasco. Por suerte los capítulos 8 y 9 han revitalizado la serie, y se ha resuelto todo el "flashback" sobre Kate.

La introducción de personajes ha sido todo un acierto: Ana Lucía y sobre todo Mr. Ecko aportan nuevas personalidades y nuevas historias (flashbacks) a la serie para así evitar la repetición y el aburrimiento, si es que el aburrimiento es posible en la serie. Son tantas las intrigas abiertas que uno se pregunta si los guionistas y el director tienen bien claro el camino que quieren seguir.

Hasta el 11 de enero los jueves serán aburridos y agotadores. Hay parón navideño en EE.UU. y a los adictos nos quitan la dosis. Espero aguantar, aunque hoy ya he notado la falta de esos 40 minutos de estancia en la isla.